Los principios SMART, un modelo mental para establecer objetivos detallados y factibles, implican que las metas deben ser específicas, medibles, alcanzables, relevantes y de duración determinada.
Según la rúbrica SMART, las metas deben delinearse de manera concreta («específicas»), tener puntos finales o puntos de control definitivos («mensurables»), permanecer dentro del ámbito de lo posible («alcanzables»), alinearse con objetivos o motivaciones más amplias («relevantes») y programarse de manera ajustada con plazos claros («con plazos precisos»).
Por ejemplo, en lugar de simplemente decir «Quiero ponerme en forma», se podría establecer una meta SMART: «Voy a ir al gimnasio y hacer ejercicio durante 30 minutos tres veces por semana durante las próximas ocho semanas para perder 5 kg». Esto proporciona un objetivo claro, una forma de medir los logros, la viabilidad, la relevancia para la salud personal y un cronograma.